Las mágicas flores violetas que ofrecen su "oro rojo" a Amelia y Toshi: otro tesoro en el corazón de El Bolsón
Su campo de azafrán patagónico es un remanso de paz y vida en medio de la tierra arrasada por el fuego. La especia llega a todos los rincones y se usa en cada vez más productos: ¿Probaste el helado de azafrán?
En nuestro sur profundo, y en medio de un escenario de fuego que sacudió con fuerza y arrasó miles de hectáreas en la pequeña y paradisíaca ciudad de El Bolsón, un remanso de vida en un campo que se viste de un violeta brillante cada otoño, se sigue abriendo paso de la mano de Amelia y Toshifumi. Y sus flores.
El milagro del azafrán también es posible por estos lares. Y proviene de esa mágica flor que produce el “oro rojo” tan valorado en el mundo: esa especia que sirve para comidas, bebidas, cremas y también productos cosméticos y hasta medicinales.
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Los incendios y la desazón por el desastre los afectó como a todo el mundo, “fue muy triste, tenemos amigos que lo perdieron todo”, cuenta Amelia, pero de a poco todos luchan, unidos cada día, para seguir adelante.
Su emprendimiento está ubicado en un campo de unos 1.000 metros cuadrados, al pie del cerro Piltriquitrón, el guardián gigante y silencioso de la comarca.
Amelia Nagami y Toshifumi Shibata, bioquímica ella e ingeniero él, son una pareja que se afincó en tierras de la Patagonia y, hace más de 30 años, ponen sus manos en la tierra. Son los hacedores de una reconocida chacra de flores y, durante cada abril, disfrutan del enorme y colorido tapizado que les regalan sus preciadas flores de azafrán.
Solo tres estigmas rojos, un tesoro en cada flor
En otoño, apenas sus pétalos asoman y se abren al sol, dejan al descubierto solo tres estigmas de un rojo brillante que son las hebras de azafrán. El ‘caviar’ de esas flores. Una por una, con toda la paciencia del mundo y en forma totalmente artesanal, deben ser desbriznadas para obtener ese pequeño tesoro.
“Es un proceso totalmente artesanal, manual y es sencillo”, cuenta Amelia Nagami, una bioquímica cordobesa que allá lejos y hace tiempo dejó todo, se armó las valijas y se instaló en el sur.
En el comienzo Toshi se dedicó a cultivar diversos tipos de bulbos de flores como tulipanes, narcisos, ornithogalum, entre otros y algunas plantas (avellanos, rhododendron, arándanos, castaños, etc).
“Después de varios años de trabajar con todos estos, decidió incursionar en otros bulbos, este es crocus sativus (azafrán), que ya va a ser unos 17 años que comenzó a probar inicialmente con un par de bulbos a ver si se daba en la zona, o sea, en el frío, porque originariamente vienen de zonas cálidas”, explicó la mujer. Y los resultados fueron más que positivos.
Hoy sus productos llegan a locales de gastronomía, de bebidas y hasta para usos cosméticos. Una especia que, incluso, se coló entre los gustos de helados para los paladares patagónicos.
"Somos jubilados"
Y para ellos, todo esto ya es más que suficiente. “Nosotros somos jubilados. Esto es un emprendimiento familiar y lo que hacemos es porque nos gusta, algo diferente. No queremos una empresa grande ni nada por el estilo”. Hoy su desafío es tratar de que la gente se familiarice con este sabor.
- ¿Como surgió Rhody Garden?, consultó LMCipolletti.
- Toshifumi, él es japonés, está al frente de la chacra hace más de 30 años y yo más o menos unos 28 años que llegué de Córdoba. Él es ingeniero agrónomo, yo soy bioquímica, me recibí en Córdoba y por esas cosas de la vida, bueno, estoy en Bolsón. Él vino con una beca de Japón, trabajó en Buenos Aires durante tres años, terminó la beca y bueno, empezó a andar por el país, por el sur sobre todo. Le gustó El Bolsón por el clima, había un microclima y bueno, su sueño era tener una chacra, o sea, tierras para cultivar, poner en práctica sus conocimientos.
El ingeniero y ‘hacedor’ de flores, recorrió varios países pero finalmente se encantó con Argentina.
“Él estudió la tierra, la idea es no forzar los cultivos, o sea, siempre trata de cultivar lo que la naturaleza le ofrece. Acá era ideal por el clima el cultivo de algunos bulbos de flores como el tulipán, narcisos, scilla. También cultivamos frutillas, distintos productos y hace unos 17 años, quería cambiar un poco y comenzamos a probar con los crocus sativus (azafrán). Ya los tulipanes en este momento no tenemos gran producción como entonces”.
-¿Como llegaste a El Bolsón?
- Yo vine acá al Bolsón en busca de naturaleza, de algo más tranquilo que en Córdoba. Me gusta trabajar la tierra, disfrutar de la naturaleza, cambié de profesión. No digo que no me gusta lo mío, lo que hice hasta ahora, pero esto también es interesante, me adapto bien y me sirve, lo que estudié también me sirve para algunas cosas de lo que estoy haciendo”.
En otoño llega la cosecha de flores
- ¿Es difícil el cultivo de azafrán?
- El cultivo de azafrán es bastante simple, digamos, como cualquier bulbo. O sea, se comienza plantando los bulbos. En nuestro caso, ya se comenzó a plantar a mediados de febrero. Es por zona. Después se riega, tiene que tener un suelo bien drenado, sobre todo estos bulbos y al sol. Después en otoño, aparecen primero las flores y luego las hojas. Entonces en otoño es cuando hacemos la cosecha de las flores, que tienen tres estigmas rojas que son las hebras de azafrán. Todo se realizan en forma manual, no hay máquina. Hay que cosechar flor por flor manualmente y después desbriznarlo. Nosotros lo hacemos en el día, así que cuando está el pico de la producción, nos quedamos hasta terminar.
Después de la cosecha y del minucioso trabajo que se realiza flor por flor, las hebras deben secarse y Amelia y Toshifumi las envasan en paquetitos. La productora destacó que las hebras de azafrán en sí mismas no son caras, pero es costoso por todo el tiempo que lleva la poscosecha. Todo es manual y artesanal el proceso desde el principio al final.
Se estima que se necesitan alrededor de 150.000 a 200.000 flores para obtener un kilo de hebras.
Podés producir azafrán en tu casa
“El cultivo es fácil y lo puede tener cada uno en su casa y tener la especia directamente a un bajo costo. O sea hay una primera inversión de bulbo y después ya es más económico”.
- ¿Cuál es la meta, crecer, exportar?
- En el país ya hay gente que está exportando, pero hay que juntarse entre varios, hacer varias familias, varios productores, como para llegar a una cantidad importante. No es nuestro objetivo. Acá es todo familiar, pequeña producción. Nos gusta incursionar en distintas cosas. Así que no es nuestro caso tener una gran empresa ni nada por el estilo. Lo que hacemos es porque nos gusta, algo diferente. Así que el desafío sería que la gente empiece a descubrir este sabor del azafrán, porque no todos lo conocen y vale la pena.
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