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Compraron con una tarjeta robada, pero zafaron por un insólito motivo

Dos mujeres hicieron varias compras en Catriel con la tarjeta de un hombre. Pero no les controlaron la documentación, lo que les quitó responsabilidad.

Dos mujeres que fueron atrapadas por realizar varias compras con una tarjeta de débito que había sido robada y fueron acusadas por defraudación en forma reiterada, lograron ser sobreseídas por un motivo que, aunque insólito, ocurre más de lo habitual: el comerciante no verificó la documentación de la compradora, por lo que se consideró descartado el dolo.

Con ese argumento la fiscal Analía Díaz pidió el sobreseimiento de ambas. Explicó que habían sido imputadas por haber cometido seis hechos en pocas horas en dos negocios de Catriel, pero que luego las pruebas revelaron la inobservancia de uno de los vendedores al momento de controlar la transacción.

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Destacó que se verificaron las cámaras de seguridad del local y que se pudo advertir que “no hubo control por parte del comerciante respecto a la identidad y género de las imputadas que se presentaron en el comercio utilizando la tarjeta sustraída, lo cual descarta el dolo de las sospechosas”.

Controles en la mira

Puntualizó la fiscal que “fácilmente el empleado del comercio podía verificar que las clientas eran de sexo femenino, dos mujeres, con lo cual hubiera descartado la posibilidad del pago con la tarjeta de débito que figura a nombre de una persona de sexo masculino”.

Tampoco obvió que “no les exigió el documento de identidad para verificar la correspondencia de titularidad con la tarjeta”.

Ante ese escenario, planteó que “la falta de control por parte del empleado del comercio, descartan el ardid y engaño, puesto que fácilmente mediante el control exigido por la reglamentación el comerciante pudo verificar la irregularidad de la compra con dicha tarjeta y descartarla”.

Consideró de ese modo que debían ser sobreseídas, postura que por supuesto fue aprobada por la defensa.

Un raid de compras

Todo ocurrió a principios del septiembre del año pasado en Catriel. La tarde del martes 3, minutos después de las 17, Débora Sepúlveda ingresó al kiosco Siempre Abierto y realizó una compra cuyo monto no se precisó en el fallo conocido recientemente, y pagó con una tarjeta de débito del banco Patagonia que había sido hurtada ese mismo día.

Pero no se conformó, porque horas más tarde, cerca de las 11 de la noche y acompañada por María Balmaceda, fueron hasta la despensa Lo de Yumi e hicieron otras dos compras con la misma tarjeta.

Sin embargo tampoco fue suficiente. Al otro día, poco después de las 17, volvieron a Lo de Yumi y efectuaron otras tres compras con la misma tarjeta.

Cómo les llegó la tarjeta

El juez Juan Pedro Puntel no objetó el pedido de las partes y dictó el fallo en los términos propuestos. Alegó que “el hecho en los términos imputado no se adecua a una figura legal, existiendo un dictamen fiscal motivado en ese sentido y que es compartido por la defensa”.

Precisó que “no se configura el dolo de engaño que el tipo o figura penal requieren en el delito de estafa.

El magistrado aclaró que quedaba un punto aún por esclarecer: cómo llegó la tarjeta robada a ambas mujeres y no descartó que en esa parte de la trama hayan otros cómplices. Como pudo haber un perjuicio económico a la tarjeta, al banco o a la empresa aseguradora, la investigación penal quedará abierta con la mira puesta en los demás participantes de la maniobra.

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