Ganó la Copa con Boca, trabajó hasta de verdulero en el Valle y ahora viaja por el Mundo
Carlos Ortiz jugó la recordada final ante el Cruzeiro y hasta fue tapa de El Gráfico. Radicado en la región, disfruta viajar tras "romperme el lomo".
En el '77 se dio el lujo de ganar una Libertadores histórica para Boca (la primera que obtuvo el club xeneize) y de jugar buena parte de esa recordada final ante el Cruzeiro. A los 72, Carlos Ortiz disfruta de otros tipos de privilegios: viajar por el mundo, siempre partiendo de su tierra por adopción, su querido Alto Valle.
Claro que no es el fruto de lo recaudado como futbolista lo que ahora le permite contar con los recursos para sus reiteradas aventuras por Europa y otros continentes. “Eran otros tiempos, otras cifras. Si bien pasar de Independiente de Neuquén a Boca resultaba muy difícil y el cambio económico fue importante, si hubiese sido ahora de marcar 14 goles en 28 partidos como hice ganaría una millonada de pesos”, acepta aunque no se lamenta pues lo material para él queda en un segundo plano.
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Su prioridad es pasear a lo largo y ancho del planeta y disfrutar lo más que se pueda. Como lo hace en una extensa charla con LMC en la que brindará definiciones tan acertadas como las que solía protagonizar frente al arquero rival con la camiseta azul y oro, la de Estudiantes de La Plata o mismo la de Cipo.
“Todo es producto del esfuerzo, trabajé mucho. Tras retirarme del fútbol me dediqué a distintas actividades comerciales, traje frutas y verduras de Mendoza -allí nació-, tuve agencia de quinielas y lo último que hice comercialmente fue administrar un negocio de venta de ropas en Neuquén. En el final del 2009 había trabajado tanto que decidí que no iba a hacerlo más en relación de dependencia y me dediqué a ponerle empeño al predio que tengo en Fernández Oro y hacer una construcción ahí, de la cuál vivo junto a mi jubilación. No me sobra un peso pero llego bien a fin de mes”, revela mientras ceba unos mates en la fresca mañana cipoleña y planea una nueva escapadita internacional.
Siempre le encantó viajar a quien llegó a los 18 a la región pero reconoce que hoy tiene otro sabor, “pues como futbolista viajás mucho por todo Sudamerica pero no terminás conociendo nada ya que vas del aeropuerto al hotel y al estadio y aparte estás concentrado en el partido y no tanto en conocer el lugar”.
En 2015, “ya separado hacía varios años”, le agarró definitivamente el gustito a preparar la valija y subirse al avión para descubrir nuevos destinos. “Hace 10 años que viajo continuamente, he recorrido Europa, el Norte de ese continente y otras partes de Sudamerica. Trabajé muchísimo durante mi niñez y vida posterior al futbolista -reitera- y soy de los que creen que el futuro es ahora, para eso me rompí el lomo. No me interesa juntar plata ni bienes personales, me dedico a disfrutar, recojo mi mochilita y me voy a conocer nuevos paisajes, lo cual encierra todo un aprendizaje”, resume su filosofía de vida actual.
Las maravillas del mundo que ya conoció
La lista de ciudades maravillosas e históricas que visitó es interminable. “París, Berlín, Amsterdam, Londres, Barcelona, Roma, Nápoles, Estambul, Budapest, República Checa, Viedma, el Sur de Alemania que es hermosísimo, Andorra, Bruselas, Lisboa y otros sitios fabulosos como Croacia, Eslovenia, Bulgaria, Serbia”, enumera Carlitos. Y seguro que alguna se olvida...
Y por si quedan dudas que sus andanzas a lo largo y ancho del planeta continuarán avisa con una sonrisa: “Estoy agradecido a Dios, voy a seguir haciéndolo mientras me de el físico, la mente y el bolsillo. De hecho, en Agosto volveré a Europa, quiero hacer Lituania, Polonia, Marruecos, el este europeo y norte de Africa”, anticipa sus planes.
Por lo pronto pasas sus días en Cipolletti junto a su hermano que sufre “una incapacidad que le complica un poco la vida pero entre los dos nos damos una mano”.
A propósito, el etnólogo que nunca ejerció pero que gracias a sus ex compañeros y amigos “puedo decir que sé bastante de vino”, cuenta en qué invierte su tiempo en la zona.
“Mi vida, si estoy acá, es como la de cualquier jubilado: levantarse, tomar mate, ver noticias y hacer alguna que otra cosa, no más porque insisto, ya trabajé demasiado. En el predio de Oro me la paso poniendo plantas, pergeniando futuros viajes. Estoy bien, no me sobra el dinero pero llego a fin de mes lo que no es poco y agradezco a la vida”, confía.
No obstante, buena parte del año lo encuentra en el exterior pues “ya que es caro viajar hago uso de toda la visa, los 90 días, los 3 meses que dura. Por suerte tengo amigos allá y algunos días de alojamiento los puedo zafar”.
Tanto le gusta el Viejo Continente que no descarta “la posibilidad de irme un par de años a Europa, que me encanta”.
Escribir su otra pasión: se viene su tercer libro
Este viajero internacional tiene otro gran hobby: ama escribir y “a fin de año espero lanzar mi tercer libro si Dios quiere. ¿Los otros dos? Abuelo de pájaro, referido a cosas de la niñez y De Viaje y Cosas Sueltas, sobre anécdotas y experiencias en mis recorridas por el mundo. Me han dado una gran satisfacción, son como dos hijos de papel”, señala el bohemio soñador.
“Siempre me gustó escribir pero lo puse en práctica a partir del boom de las redes sociales. Lo hago como una catarsis emocional, no lo hago para vender ni tener fama, sino más que nada como una especie de necesidad de contar cosas, anécdotas de mi vida, de mi infancia hasta mi presente y con la finalidad de que la gente también escriba sus propia historia”, explica el espíritu de su incursión literaria. Se expresa bien y lo plasma en sus autobiografías.
“Participo mucho en redes, en Facebook, siempre me gusta volcar allí mis pensamientos. Me siento feliz de esa manera, hay mucha gente que me sigue, siento que la gente me quiere mucho. Actuar bien, ser una buena persona, te brinda grandes réditos y es de lo único que me ufano. Si bien cumplí un sueño de jugar y ganar una final de Libertadores en un club como Boca, fui un jugador del montón, no sé cómo fui como esposo o padre porque no me corresponde a mí decirlo pero sí me jacto de ser una buena persona, mi mayor logro y de lo cual me siento verdaderamente orgulloso es ese”, reflexiona con visible emoción.
Anécdota viajeras hay un montón, pero opta por una que tuvo como escenario Estambul, “lugar al que soñaba llegar desde que era pibe”.
“Un día quería ir ahí y mi hija que vive en Nápoles me advertía que era un lugar peligroso pero partí igual. Llegué en un vuelo de bajo costo, de noche y ‘me olvidé’ que no sabía el idioma… Fue un suplicio, de las 9 que arribé al aeropuerto recién a la 1 am pude encontrar un lugar para descansar, anduve caminando y deambulando por Turquía sobre calles oscuras y pasajes desconocidos. Por suerte, más allá del susto, salió todo bien”, recuerda el sobresalto.
Su carrera deportiva
“Comencé en Murialdo de Mendoza y al principio no fue una carrera muy continúa ni constante. A los 16 debuté en Primera pero dejé y recién en el ’75, cuatro años más tarde, retomé acá. Volví en Independiente de Neuquén, tuve suerte, jugué en Estudiantes de La Plata, Boca, Los Andes, Cipolletti... Corta pero fructífera mi trayectoria”, celebra al repasar su rico historial en el más popular de los deportes.
El gran hito de su campaña sin dudas fue haber “formado parte del plantel que ganó la primera Libertadores para Boca, jugué media hora la final de la Copa, pocos tienen esa suerte y yo la tuve”, destaca.
Inclusive llegó a la tapa de El Gráfico cuando esa revista estaba en su mejor momento y era la biblia futbolera. Fue al anotar su gol más importante, “el que hice contra Banfield en el minuto 90; me escapé de la mitad de cancha solo, la metí y salí en tapa de esa popular revista”, recuerda y hace los movimientos como si la maniobra estuviera sucediendo ahora, en el living de su casa.
Tuvo de compañeros a nenes de la talla del Loco Gatti, el Chapa Suñé, Mario Zanabria, Pancho Sá y tantas glorias, con algunas de las cuáles aún hoy mantiene el vínculo.
“También con los de Estudiantes, los de Mendoza y ex jugadores de Independiente de Neuquén y Cipolletti. Nos juntamos a tomar café y comemos asados acá en la zona”, concluye. Esas sobremesas que tanto disfruta y en la que todos le preguntan “¿cuándo te vas? y ¿a dónde?”.
Carlos Ortiz, el campeón de la Libertadores con Boca que ahora recorre el mundo en apasionantes viajes desde el Alto Valle. La vida, para él, pasa por salir de la rutina y disfrutar. Eso sí que es un golazo. ¡Copadísimo!
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