El clima en Cipolletti

icon
24° Temp
41% Hum
LMCipolletti cipoleño

El matrimonio cipoleño que recorre media Argentina sacando filo a cuchillos y tijeras

La pareja de 67 y 61 años que armó un taller móvil y transita casi 20 mil kilómetros en cada viaje: "Amanecemos siempre en una ciudad distinta".

“Es hermoso amanecer un día en cada ciudad durante casi todo el año. Es más, cuando estamos en casa sufro de encierro”, revela Marianela mientras Víctor detiene la Sprinter a pocos kilómetros de San Rafael, Mendoza, para una mejor comunicación.

Están comenzando una nueva “gira artística” como le llaman. Se trata del periplo que el matrimonio de afiladores cipoleños realiza por distintos puntos del país, en el cuál recorren alrededor de 20 mil kilómetros durante dos meses, sacándole el filo a cuchillos y tijeras.

Te puede interesar...

Un trayecto que conocen de memoria y concretan para satisfacer a una extensa cartera de alrededor de 4.500 clientes. Una historia que combina oficio con el espíritu aventurero y la pasión por viajar y por la naturaleza.

image.png
Víctor y Marianela disfrutan la naturaleza en cada viaje.

Víctor y Marianela disfrutan la naturaleza en cada viaje.

Se consideran “pioneros” a nivel mundial con el taller móvil. “Ahora hay otro en Chile, que está viendo de agarrarle la mano, hay en México y en España”, sacan pecho.

“Salimos por La Pampa, de allí a San Rafael, Malargüe, todo el valle de Uco. Seguimos por San Juan, bajamos a Cipolletti y continuamos por Neuquén, la ruta de los 7 lagos, la comarca andina. Aluminé, Junín de Los Andes, San Martín, Bariloche, El Bolsón. Luego a Esquel, Trevelin, Río Mayo, Comodoro Rivadavia en Chubut y hasta Santa Cruz no paramos. A la vuelta Viedma, Choele Choel…”, sorprenden con el interminable itinerario.

Más allá de que ya superaron la barrera de los 60, entienden que es el momento justo para emprender la travesía ya que nada los condiciona ni ata.

“Ya terminamos de criar a nuestros 3 hijos, gozamos de buena salud, padres mayores que por lo pronto no requieren atención. Nos gusta viajar, qué más podemos pedir”, resalta Marianela al tiempo que Víctor revisa que el agua y el aceite del vehículo estén en su justa medida.

image.png

“Trabajamos con mucha gastronomía y también con la salud, porque afilamos elementos de quirófano. Mi primer viaje fue a los 40 días de nacer, hay una cultura de supervivencia en la ruta detrás mío y me encanta. Y por suerte, las generaciones que nos siguen van a tomar la posta, ya tenemos hijos involucrados y hasta un nieto que se está capacitando”, cuenta con orgullo esta vecina viajera.

Numerosas y simpáticas anécdotas de los afiladores

¿Anécdotas? “Tengo libros para hacer, encima me gusta escribir. Pero la mejor vivencia es ser un oído o un psicólogo de cada cliente. Después lo mejor es ayudar a las personas que uno no conoce, tenemos miles de experiencias. En El Calafate se quedaron sin combustible los norteamericanos y mis hijos los ayudaron, estaban muy agradecidos. En pandemia, al ser esenciales, también pudimos colaborar con mucha gente. Por ejemplo, en Sierra Grande ayudamos para que unas personas lleguen a una reunión a firmar un contrato con intendente rionegrino, pues no habían cargado combustible, se confiaron y casi se quedan varados en la ruta”, rememora algunas situaciones inolvidables.

Sin dudas la más risueña fue un error con el equipaje al salir de apuro. “Pifié la valija, era verano y traje la de invierno. Al abrir la de calzado, eran todos botines para montaña, nieve etc. Nosotros trabajamos sin sufrir, la apariencia poco importa, pero la higiene, que la ropa esté de acuerdo al tiempo es clave. Eso sí, luego llego a casa y tengo que lavar la ropa de dos meses”, confía ella entre risas.

No terminan de aclimatarse a una ciudad que ya están en otra. Así “pasamos de los 42 grados en San Juan, hasta los 20 bajo cero en Río Turbio. También vimos a gente matarse en accidentes de moto delante nuestro. Pero la idea es disfrutar lo que nos toca”, resumen los afiladores más famosos del país.

image.png

Aclaran que en casa son marido y mujer pero en la ruta “somos socios”. “La nuestra es una empresa prestadora de servicio afilado, trabajamos con instrumental quirurjico, con lo que es gastronomía también. Afilamos cuchillas, en la fábrica de Interlagos tienen cuchilla que cortaban plástico para botellas, también los que fabrican bolsas. Todos ellos nos convocan, lo mismo que los peluqueros para humanos y caninos con máquinas y tijeras. Así como nos modernizamos con los celulares, para el afilado también pasó lo mismo”.

El vehículo está adaptado y es nuevo. Claro que igual requiere mantención permanente por la exigencia a la que se lo somete. “Llegamos a casa, se desmantela la camioneta, le hacemos cambio de aceite, alineado y balanceado, cambio de ruedas una vez al año. Vivimos en la ruta”, aseguran.

Y mal no les va. “También vendemos insumos de peluquería canina y trabajamos con importadores directos, logramos la representación de todos los productos de una marca de shampoo de reconocido laboratorio”, señalan mientras revisan la agenda laboral.

La única preocupación

Lo único que les preocupa es que saben que inevitablemente algún día se terminara este estilo de vida. “Hay que asumir la edad, nos preguntamos cómo va a ser en unos años más, estamos acostumbrados a amanecer en una ciudad distinta siempre, vamos a salir a dormir al patio en casa jaja”, reflexionan con el mejor humor.

Conscientes de ello, “estamos preparando herederos, nuestros hijos siguen los pasos y está por nacer Dulce Esmeralda, otra nieta. De la tercera generación ya está Santino, de 15, que lleva 5 años practicando el oficio. Es clave siempre hacer las cosas por placer, nada forzado”, dicen los afiladores móviles.

Y antes de retomar camino dejan una hermosa sentencia final: “Hay gente que ahorra toda la vida para ir al glaciar Perito Moreno, nosotros vamos cada 2 meses, nos lleva nuestro trabajo y nuestra pasión. ¿Qué más podemos pedirle a esta vida?”.

image.png

Leé más

Noticias relacionadas

Dejá tu comentario